viernes, 30 de marzo de 2012

Anotaciones de un despertar.

Siete de la mañana, un día húmedo después de una noche entera lloviendo. "Abril aguas mil" dicen los viejos dichos de la tierra, y este año no va a ser el que quiebre la dinámica.
Hay mucho trabajo que hacer y hoy va a ser un día largo, lo siento en los huesos, pero eso no va a detenerme.
Como todos los días, caliento el agua de la ducha mientras no pierdo la temperatura de la cama arrimando los pies al calentador, preparo la cuchilla de afeitar y espumo el jabón con la brocha. Tengo la piel áspera y la navaja raspa más de costumbre haciendo más visibles las grietas de mi rostro, el frío, las prisas y mi falta de cuidados son grandes enemigos para mi imagen de persona corriente. Pero hoy, como todos los días, no tengo tiempo para hidratarme, mañana lo haré con más tranquilidad después de la ducha.
En la ducha, las gotas de agua, tibia, van cayendo sobre el pelo resbalando, conectando unas con otras en la piel hasta construir pequeños regueros que en cuestión de segundos tornan a ser corrientes y cascadas que se precipitan al vacío en busca del fondo de la bañera. Son en estos momentos cuando uno querría detener el tiempo y disfrutar el placer del agua recorriendo cada poro, cada centímetro, cada rincón liberando el cuerpo de las toxinas y tensiones, como si una energía recargara el espíritu desde dentro dándote el equilibrio del Nirvana que tantos milenios llevan buscando los monjes budistas.

El café negro con su aroma embriagador llena cada rincón de la habitación entremezclándose con el olor de las tostadas recién hechas untadas de mantequilla. Mezcla, invisible pero que debe realizar la misma danza que sucede en mi taza de café cuando vierto la leche. Las infinitas formas de los dos líquidos que en un principio eran de propiedades tan diferentes, se van uniendo poco a poco dejando atrás toda pertenencia a sus diferentes mundos. Si la mezcla entre los dos fluidos se asemeja tanto a los movimientos atmosféricos y sucede en la taza que tengo entre las manos, ¿qué no puede estar repitiéndose a escala menor que yo me esté perdiendo?

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