jueves, 16 de octubre de 2008

Coprofagia!


Llegó el momento de un blog destructivo, de tirar las historias enmascaradas y de explotar mi cerebro vivo.

Una vida de amargura, donde mi expresión encuentra el yugo de la censura, donde mi voz se ve cohartada por el pensamiento de si se volverán a torcer las cosas, donde mi principal inquietud es: ¿desconfiará de mi esta persona y huirá para no volver nunca jamás?

Málaga un cepo, que aprieta con su monotonía con hirientes dientes de hierro fiero que me desgarra. Los amigos un simple recuerdo que se transformó en humo hace tiempo dispersando las partículas con el viento sin poder encontrar ni un mísero trozo de carne al que aferrarme. Las lágrimas se trasnformaron hace tiempo en polvo y arena para no producir más que arañazos en mi alma y grietas en mis ojos.

Mi corazón, pétreo, podrido o qué se yo, incapaz de saciar su deseo de bien estar. La música única droga análoga a mi sangre para mover mis órganos y el quejar de mi yo.

Solo quiero, que no me quieran, que no quiera, que me aislen, y me asfixien. Solo quiero terminar, solo quiero que no quede más de mi que el recuerdo de una brisa de verano que con el paso de los tiempos será borrado por su insignificancia en importancia.



Los cuentos de hadas sólo existen en las páginas donde las albergan. Ninguno debimos creer que podríamos habitar alguna vez aquellos mundos restringidos sin más a la plática y lectura del escape de los imaginantes.

lunes, 22 de septiembre de 2008

elcuBucle


Sin embargo hoy abro los ojos en esta mañana. Con el rocío de la mañana me despierto mojado y mis gotas recorren mi cuerpo gélido, congelado.

La hierba verde oscura por la lluvia acaecida en la noche me recibe con su olor ozonoso. Figuras esbeltas y grises se acercan a mí y tendiéndome la mano me ayudan a incorporarme y me señalan a una dirección. Dudoso en mi inicio la marcha siguiendo el sentido de la señalización y ellos me acompañan hombro con hombro, sin hablar, sin mirar, sin mover ni un solo músculo. Reparo en que uno de ellos tiene un sombrero que le produce sombra en el rostro y al fijarme en su compañero veo que su rostro cubre su sombrero pero carece de expresión, carece de rostro. Ante semejante imagen horrorizante se percatan de mi asombro y me envuelven en una espesa manta de oscuridad.


Sin embargo hoy abro los ojos en esta mañana. Con el rocío de la mañana me despierto mojado y mis gotas recorren mi cuerpo gélido, congelado.

La hierba verde oscura por la lluvia acaecida en la noche [...] {¿No desperté ayer en el mismo estado?}[...] y tendiéndome la mano me ayudan a incorporarme. Eludiendo su invitación me arrastro a gatas dejando tras de mi mis pies inmóviles y mis piernas estiradas. Tras arrastrarme unos metros compruebo que mis músculos tocan el suelo, y mi piel ha quedado atrás con rostro agonizante de auxilio agarrando mi falange y atándome a él sin dejarme escapar. No puedo incorporarme pero tampoco puedo regresar ni detenerme continuando mi restregar y fundiéndome en uno con la hierba. La tierra me sumerge en su interior asfixiándome para luego... oscurecerme. Y... nada.


Sin embargo hoy abro los ojos en esta mañana. [...] {Me suena a estos días pasados. Toda una pesadilla} El suave tacto de las sábanas [...] {¿Sábanas? Parece que por fin salí de la repetición de la agonía.} [...] tras ponerme en pie mi mesita de noche la veo más lejana y las paredes, allá a lo lejos, parecen estar burlándose de mi. Incrédulo me froto los ojos para ver que mi cama ocupa poco más que mis uñas en las manos. Las paredes se convierten en mi techo para poder estar sentado encima de la puerta y mis ventanas ocupen mis ojos. Bajo mi estrés me quedo inmóvil mientras las aspas del ventilador comienzan a girar produciendo espirales y acercándose cada vez más a mis pupilas. {¡AH! ¡SOCORRO!} Pero todo es en vano, todo se arremolina y penetra cual afiladas puntas de lanza.


Sin embargo hoy abro los ojos esta mañana. {Para no abrirlos más}

sábado, 23 de agosto de 2008

Humo


Entra en mi el aroma de la carne... ¿Cuánto llevo aquí? Debo haberme quedado traspuesto cocinando puesto que en mis manos tengo el cuchillo. La dueña de la sangre que recorre la fría hoja parece ser de la pieza que hay en la encimera que agarra con su esencia toda la habitación.

Me invade la mente el recuerdo de aquellos ojos que en una noche tras toda la multitud se dirigieron hacia alguna parte tropezando conmigo y hechizándome con la profundidad que ennegrece el hambiente para hacerse dueños de mi mundo. Y al levantarme del suelo... ¿A dónde ha ido? ¿Fue todo un sueño? Demasiado real para un sueño, tanto que en mi piel persiste el perfume de aquella mujer y que me guía hacia fuera del local. En el callejón la encuentro entre la penumbra y el vapor que expiden las ventilaciones en el invierno tan frío en el que estamos.

¿Qué pasa? ¿Qué quiere ese tipo? ¿Por qué la agarra? ¡Corre! ¡Escapa! No hay tiempo, debo acudir a su ayuda, ¡rápido! ¡Antes de que sea demasiado tarde! Pero cuando recorro los 10 metros que me separan la encuentro en el suelo. Tiene frío, jadea, la abrazo pero no la siento.

¿Dónde está? Juraría que la tenía entre mis brazos, sino, ¿por qué iba a tener su sangre en mis manos? Y ese olor, a carne fresca aún caliente...

Estoy cansado, necesito reposar apoyado en la pared, mi pecho me pesa y me invade el sueño.


¿Eh? ¡Reconozco esos profundos ojos! Pero ya no miran con la misma intención, ahora expresan lástima y compasión. ¿Qué sucede que la entristece tando? ¿Por qué llora?

Cuando me noto extraño mi pecho ella se abalanza sobre mi, parece que grita algo, pero no puedo entenderlo. Y ahí lo veo, clavado, firme, inamovible, como si fuera una extensión más de mi cuerpo.

Comprendo... me quedé dormido mientras yacía en la calle creyendo que estaba en la calidez de mi hogar preparándome un manjar, pero tú no debes llorar. No, no debes llorar puesto que me marcharé feliz sabiendo que mi alma sigue con vida. Sí, sabiendo que tú sigues con vida.

jueves, 31 de julio de 2008

Brisa.


Los días suceden y las calles permanecen inmutables, el mismo árbol, las mismas farolas, las mismas juntas de la acera... Son las 6 de la mañana y hace frescor, anoche llovió y aún se nota el aroma del sollozo. No suele haber mucha vida en este mundo tan despertino pero como hormigas en su tarea las panaderías preparan ya su comercio para el día venidero y los repartidores comienzan a divulgar sus montones de periódicos y sus sucesos que marcarán las conversaciones de todos. Los barrenderos, tras la esquina, retiran los testigos de la actividad de la vida nocturna apartándose para cederme el camino saludando con un simple descenso de cabeza sin detenerse en su tediosa actividad. El caminar se hace entretenido esquivando los charcos evadiéndome de mis pensamientos pero no puedo evitar detenerme a sentir el frío ahora que las calles están vacías y las farolas se funden con el cielo amanecido y encapotado produciéndome calidez en el corazón ya que antaño en estos días me acompañaba aquella sonrisa que alegraba mi pesar. Sonrisa lunera, que mi cielo llena.

miércoles, 30 de julio de 2008

Transeunte.


Amanece en un día con sol y sin nubes y el aroma del aire está enrarecido. Hoy la manzana parece relucir pero de un aspecto sin alma, con un sabor sin fuerza y un brillo mate. Agarro las llaves y salgo cerrando la pesada puerta de madera que como noches atrás ha quedado inchada por la humedad transmitiendo el vibrar del crujir tras el tacto del frío metal del pomo. Los escalones de desigual altura por sus largos años como ojeadores inhertes aguardan mis zapatos, zapatos que quedarán en la memoria de sus peldaños aunque sin distinción ante tantos pies que tocaron su superficie. Allá en el rellano abro el buzón y está repleto de papel, papel y más papel. Tras un vistazo y desechar el "coma aquí", "gaste allí", me queda en la mano los sobres de correspondencia, esperando recibir noticias de aquellos compañeros de juventud, aunque llegando a la realidad  no hay quien me recuerde mas que el banco y las compañías de teléfono. Guardo los sobres en mi cartera, me ajusto el sombrero abrocho el gabán y prosigo mi camino, camino hacia un nuevo día... gris.