jueves, 31 de julio de 2008

Brisa.


Los días suceden y las calles permanecen inmutables, el mismo árbol, las mismas farolas, las mismas juntas de la acera... Son las 6 de la mañana y hace frescor, anoche llovió y aún se nota el aroma del sollozo. No suele haber mucha vida en este mundo tan despertino pero como hormigas en su tarea las panaderías preparan ya su comercio para el día venidero y los repartidores comienzan a divulgar sus montones de periódicos y sus sucesos que marcarán las conversaciones de todos. Los barrenderos, tras la esquina, retiran los testigos de la actividad de la vida nocturna apartándose para cederme el camino saludando con un simple descenso de cabeza sin detenerse en su tediosa actividad. El caminar se hace entretenido esquivando los charcos evadiéndome de mis pensamientos pero no puedo evitar detenerme a sentir el frío ahora que las calles están vacías y las farolas se funden con el cielo amanecido y encapotado produciéndome calidez en el corazón ya que antaño en estos días me acompañaba aquella sonrisa que alegraba mi pesar. Sonrisa lunera, que mi cielo llena.

No hay comentarios: