Los días suceden y las calles permanecen inmutables, el mismo árbol, las mismas farolas, las mismas juntas de la acera... Son las 6 de la mañana y hace frescor, anoche llovió y aún se nota el aroma del sollozo. No suele haber mucha vida en este mundo tan despertino pero como hormigas en su tarea las panaderías preparan ya su comercio para el día venidero y los repartidores comienzan a divulgar sus montones de periódicos y sus sucesos que marcarán las conversaciones de todos. Los barrenderos, tras la esquina, retiran los testigos de la actividad de la vida nocturna apartándose para cederme el camino saludando con un simple descenso de cabeza sin detenerse en su tediosa actividad. El caminar se hace entretenido esquivando los charcos evadiéndome de mis pensamientos pero no puedo evitar detenerme a sentir el frío ahora que las calles están vacías y las farolas se funden con el cielo amanecido y encapotado produciéndome calidez en el corazón ya que antaño en estos días me acompañaba aquella sonrisa que alegraba mi pesar. Sonrisa lunera, que mi cielo llena.
jueves, 31 de julio de 2008
miércoles, 30 de julio de 2008
Transeunte.
Amanece en un día con sol y sin nubes y el aroma del aire está enrarecido. Hoy la manzana parece relucir pero de un aspecto sin alma, con un sabor sin fuerza y un brillo mate. Agarro las llaves y salgo cerrando la pesada puerta de madera que como noches atrás ha quedado inchada por la humedad transmitiendo el vibrar del crujir tras el tacto del frío metal del pomo. Los escalones de desigual altura por sus largos años como ojeadores inhertes aguardan mis zapatos, zapatos que quedarán en la memoria de sus peldaños aunque sin distinción ante tantos pies que tocaron su superficie. Allá en el rellano abro el buzón y está repleto de papel, papel y más papel. Tras un vistazo y desechar el "coma aquí", "gaste allí", me queda en la mano los sobres de correspondencia, esperando recibir noticias de aquellos compañeros de juventud, aunque llegando a la realidad no hay quien me recuerde mas que el banco y las compañías de teléfono. Guardo los sobres en mi cartera, me ajusto el sombrero abrocho el gabán y prosigo mi camino, camino hacia un nuevo día... gris.
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