miércoles, 5 de agosto de 2009

Sueño


Unos días sacamos unas perras vendiendo las baratijas de los chinos en la calle a precio de joyería, otro día jugamos a los trileros hasta que llegan los pitufos y hay que salir corriendo como las ratas por las tuberías de la ciudad que llamamos calles.
A Chen, el Turco, David el gigante y a mi nos jodieron hará unas cuantas horas los hijos de puta del barrio céntrico. Los muy cabrones dieron la voz de espantada y otros nos aguardaron en la esquina para quitarnos todo nuestro botín conseguido aquella misma mañana con los primos de siempre (pobres ludópatas e ingénuos).
Como buenos bohemios buscavidas nos parecía más elegante quedar siempre en el mismo pub bebiendo pintas de negra mientras hablábamos de cómo conseguir dinero más rápido. Hoy tocaba discutir nuestras negruras e inchazones para devolvérselas sin más.
Nunca se sabe qué esquina aguarda para soltar la lengua así que decidimos reunirnos en mi piso. Lo se no es gran cosa, más bien mis caseros parecen ser mis cucarachas y el moho su oficina pero... es lo mejor que se encuentra estos días.
David el gigante trajo una pipa y el Turco secundó la movida de matar a los del barrio céntrico. Mi negativa enfureció a David que intentó atizarme una derecha en el mentón mientras el Turco me sujetaba; Chen sin saber qué demonios pasaba me defendió y nos ensalzamos los 4 en una buena pelea.
Soy diestro con los puños pero David consiguió esquivar lo justo para evitar un impacto directo con la derecha pero la evasiva no fue suficiente y mi codo lo dejó fuera de combate.
Una vez tranquilizados propuse darles una buena paliza a los del barrio céntrico o darles una jodida que los enchirone durante bastante tiempo. Pero la pipa los animó bastante y se pusieron en mi contra. Para ellos no era uno de los suyos y una mierda tan insignificante es suficiente para comportarnos como gángsters de poca monta.
"Vamos David, si tienes pelotas para liarte a tiros con los del centro pégamelo a mi, valiente de mierda."
Lo siguiente que recuerdo es despertar en esta cama. Al muy imbécil le falló la fuerza del disparo. Más bien me escupió al cerebro en vez de perforármelo, pero... está claro que cuando me recupere... la venganza será mía.

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